Todos los seres humanos son más o menos altos o bajos, todos
son morenos, rubios o pelirrojos, todos pesan más o menos, pero ninguna carece
de estatura, volumen o color. Igual sucede con la ética, que una persona puede
ser más moral o menos según determinados códigos, pero todas tiene alguna estatura
moral.
Es lo que algunos filósofos han querido decir al afirmar que
no hay seres humanos amorales, situados más allá del bien y del mal, sino que
somos inexorablemente, constitutiva mente morales.
Lo inteligente es entonces intentar sacar el mejor partido
posible a ese modo de ser nuestro, del que no podríamos desprendernos aunque quisiéramos,
como es inteligente tratar de aprovechar al máximo nuestra razón y nuestras
emociones la memoria y la imaginación, facultades todas de las que no podemos deshacernos
sin dejar de ser humanos, igualmente le ocurre a nuestra capacidad moral que
podemos apostar por hacerla fecunda, por sacarle un buen rendimiento o podemos
dejarla como un terreno inculto, con el riesgo de que alguien saque provecho.
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